Hoy hace un año que me intervinieron de lo que a priori parecía un tumor benigno y que finalmente resultó ser un agresivo tumor de ovario, que sembró metástasis por todo mi cuerpo. El diagnóstico final fue desalentador, cáncer de ovario en estadio IV.
El cáncer de ovario no es de los más frecuentes en mujeres, pero sí uno de los más mortales. Las estadísticas dicen que la supervivencia a los 5 años de este tipo de tumores es del 5%.
El mundo se me cayó encima cuando me confirmaron el diagnóstico. Por aquel entonces mi hijo apenas tenía 3 años. Cada vez que miraba a mi hijo me invadia la tristeza y no podía dejar de llorar, no paraba de pensar en mi inminente muerte y en lo solo que lo iba a dejar. Creía que no llegaría a pasar el día de Reyes con él. Tan convencida estaba de que iba a morir que le grabé un vídeo de despedida para que cuando fuese mayor pudiese acordarse de su madre, que tanto lo había amado. Hasta aquel entonces había vivido por y para él, mi hijo era el centro de mi vida, la persona a la que más amaba en este mundo… e iba a dejarle solo.
Mientras una tristeza infinita me invadía, andaba envuelta en una vorágine de médicos, pruebas y un inicio de tratamiento con quimioterapia convencional. No podía pensar, todo estaba ocurriendo demasiado deprisa…. Pero, de repente algo cambio en mí, en mitad de la desesperación se encendió una luz que me dijo que yo podía sanar.
Deseé intensamente seguir viviendo, lancé mi petición al universo, y después, todo vino rodado. Aparecieron en mi vida las personas, y las circunstancias que hicieron que entendiera que yo y sólo yo era la responsable de mi enfermedad, pero también, que era la única que podía obrar el “milagro” y eliminar el cáncer de mi vida.
Leí todo lo que cayó en mis manos sobre nutrición y cáncer, y fui adaptando de aquí y allá todo lo que iba leyendo, según lo que me parecía más lógico, basándome en mis conocimientos de fisiología previos y lo que mi intuición me indicaba. Aprendí sobre Terapia Gerson, Macrobiótica, Método Kousmine, Raw food, Ortomolecular… y fui unificando las diversas teorías y aplicándolas sobre mí… y ¡funcionó! ¡Tanto funcionó que en una semana habían desaparecido las metástasis! No necesitaba pruebas diagnósticas que me confirmaran que habían desaparecido, pues yo misma había palpado partes de las metástasis y ya no estaban, además desde el diagnóstico había aprendido tanto a conocerme y escucharme que era capaz de sentir si el cáncer estaba o no.
Mi oncólogo a mitad del tratamiento decidió someterme a un PET para confirmar lo que yo le decía… y sí, el cáncer había desaparecido. ¿Milagro, intenso trabajo personal, o una quimioterapia super eficaz? Me inclino por el intenso trabajo personal.
Durante el tiempo que duró la quimioterapia realicé psicoterapia para buscar la causa de mi cáncer, sesiones de reflexología, Reiki, Shiatsu, practiqué Yoga y Chikung, Meditación y Visualización. Fui completando mi dieta con fitoterapia, y cada día fui encontrándome mejor.
Ahora ha pasado un año desde la intervención, vuelvo la vista atrás y aún no puedo creer como ha cambiado mi vida. He aprendido a conocerme, a escuchar a mi cuerpo, a quererme, a alimentarme conscientemente, y en definitiva a ser feliz. He aprendido a atraer cosas buenas a mi vida, a atraer a las personas sinceras y honestas.
Quiero que mi experiencia personal sirva a otras personas para combatir el cáncer, y a aquellas que están sanas a evitarlo.
Con esa ilusión nació este blog hace 8 meses, y con esa misma ilusión espero desde aquí o a nivel particular ayudar a otras personas en situación similar a la mía.
Gracias a todos los que seguís el blog, y a todas las personas que en este año tanto me han apoyado y mostrado su amor. Gracias en especial a mi hijo, que ha sido el que me ha hecho anclarme a la vida y enraizame en la tierra, para seguir día tras días viendolo crecer.