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Para prevenir el cáncer o luchar contra él es importante seguir una dieta equilibrada y, en especial, alimentar la flora bacteriana del intestino con probióticos, verduras, frutas y fibra en general. Una alimentación inadecuada puede provocar la inflamación del intestino y, por tanto, puede convertirse en un factor de riesgo para desarrollar un cáncer.
Fuente farmamonica.wordpress.com |
La alimentación es vehículo para la entrada de tóxicos que pueden provocar cáncer. Ante una inflamación intestinal, el sistema inmunológico despliega todas sus fuerzas para protegernos. Pero debemos evitar que esta inflamación se produzca para que nuestras defensas no se debiliten en el control que también ejercen en otras partes del organismo y puedan surgir otras enfermedades.
Según el doctor Francisco Arrieta, adjunto en la Unidad de Nutrición y Dietética del Hospital madrileño Ramón y Cajal, hay que reforzar las bacterias del intestino mediante el alimento que nosotros consumimos. Si les aportamos probióticos y fibra y tenemos precaución con los antibióticos y las diarreas, podemos tener en guardia a un ejército microscópico dispuesto a combatir contra la amenaza del cáncer.
El especialista, que ayuda a pacientes oncológicos a seguir una dieta equilibrada y regeneradora, destaca la estrecha relación entre esta enfermedad y los alimentos que consumimos.
"La alimentación también es un vehículo para la entrada de tóxicos en el organismo que pueden provocar cáncer", señala. El cáncer de colon, de endometrio o de próstata son algunos tipos en comunión directa con la alimentación.
Los alimentos ricos en vitaminas (sobre todo frutas y verduras) ayudan a la formación de antioxidantes que favorecen la buena respuesta celular ante una agresión, mientras que el consumo frecuente de grasas o productos con hormonas pueden ocasionar que las células crezcan y se multipliquen descontroladamente dando lugar a tumores.
Existen alimentos poco recomendables, sobre todo dependiendo de su procesado, como los ahumados, o de su composición (si lleva hormonas o grasas). Igualmente, un alimento se puede convertir en tóxico cuando lleva pesticidas u otros productos químicos.
Hay que comer de todo, un menú diario equilibrado en proteínas, grasas e hidratos de carbono que incluya probióticos y fibras que nos refuerce la flora bacteriana. Y si consumimos alimentos envasados es conveniente examinar para saber que ingredientes vamos a comer.
Pero la dieta mediterránea se perfila como el parámetro ideal de consumo. Incluye abundantes y variadas verduras, frutas, carnes (sin abusar de las rojas), pescados, huevos y legumbres. Además del aceite de oliva. Pero cuidado: si el aceite se recalienta para varios usos se transforma en tóxico, en un agente carcinógeno: "El aceite que se mantiene en la freidora durante tiempo se hidrogena y se convierte en cancerígeno", apunta el endocrino.