Os copio un mail que he recibido en estos días y creo que es interesante compartir
Hola Dra. Odile,
Me llamo Josefa y, como usted, soy de Granada aunque llevo más de 30 años viviendo en Málaga, estoy casada y tengo tres hijos y un nieto precioso.
En abril cumpliré 55, y fue en enero de 2015 cuando comenzó todo el camino. En una de las pruebas de control anual en el centro médico usual, salieron pequeñas alteraciones que se encontraban fuera de los resultados normales. Acto seguido, me citaron en la Unidad de Mamas del Hospital Clínico de Málaga donde me realizaron las correspondientes biopsias y pruebas hasta que, finalmente, el 13 de marzo del año en cuestión me transmitieron las peor de las noticias: me habían detectado un cáncer, triple negativo de unos 9 mm. Inmediatamente me comunicaron la necesidad de operar.
No puedo expresar verdaderamente con palabras lo que sentí en dicho instante, pero creí morirme, me vi perdida, muda... no daba crédito a lo que me estaban contando. El miedo se apoderó de mi.
Sin embargo, el camino me ha demostrado la valentía que yo creía inexistente, existía. Desde el primer día lo llamé por su nombre, cáncer, y traté de naturalizar la situación lo máximo posible, tanto en el ámbito doméstico como en la calle. A pesar de la dificultad de todo lo que se venía encima, nunca me desvanecí. Y desde aquí insto a todas aquellas mujeres que reciban esta noticia a no rendirse nunca, que, aunque haya días negros, o más bien grises ;), siempre saquéis una sonrisa y deis las gracias al día, aunque suene a tópico, DEBÉIS hacerlo.
El 23 de abril me operaron y todo salió como estaba previsto. Un mes después, inicié el tratamiento de radioterapia diaria. Realmente lo pasé mal, llegaba a casa muy cansada, como si mi cuerpo estuviera sin fuerzas, pero las saqué de donde no las había y fui fuerte comenzando así la recuperación, una recuperación lenta, pero se puede.
El tránsito por esta etapa tan dura me ha hecho ver la vida diferente. Ahora, pienso únicamente en reír, cantar, bailar... unas acciones que no valoramos, unas acciones que, hasta que nada ocurre, las dejamos delegadas a un segundo plano. Error. He empezado a amar todas las cosas buenas de la vida.
Espero que mi historia sirva para ayudar a otras mujeres que estén pasando por esta situación. Escribo, casualmente, un 8 de marzo, y desde aquí animo y empujo a todas esas valientes que cada día se levantan a seguir haciéndolo, apoyándose de sus familias, por supuesto. Mirémonos al espejo, sonriamos y demos gracias a la vida.
"Siempre fuertes".