lunes, 13 de noviembre de 2017

Tailandia con niños (IV). Convivimos con las tribus de las montañas

Día 8. Tribus indigenas Hmong y Lahu. Lanjia Lodge

La visita que os voy a contar hoy creo que ha sido la más auténtica de todo el viaje y tengo que agradecer encarecidamente a Naai Travels el habernos propuesto incluir esta visita en nuestro itinerario. Una experiencia increíble que creo que ni niños ni adultos olvidaremos. Todo lo que os cuente no será capaz de equipararse con las sensaciones y vivencias. Pocos turistas incluyen esta visita en su itinerario y creo que merece la pena hacerla. Vuestro bagaje, vuestra mochila viajera se cargará de inolvidables recuerdos, una oportunidad única para conocer otra cultura, otro mundo y valorar más las cosas buenas que tenemos.

A las 7 de la mañana Gina, la que iba a ser nuestra guía en el norte, vino a buscarnos al hotel. Nos enamoramos de ella a primera vista. Una tailandesa simpatiquísima que siempre estuvo atenta a cualquier necesidad, que fue paciente y amorosa con los peques y que nos hizo una inmersión total en la cultura tailandesa. 

Partimos en una mini van rumbo al Lanjia Lodge, una hospedería eco-friendly gestionada por la comunidad Hmong y Lahu, dos tribus de las montañas. Al hospedarte aquí y participar en las actividades propuestas contribuyes a la puesta en marcha de proyectos comunitarios para mejorar las condiciones de vida de estas tribus.


Fuimos los únicos huéspedes, así que pudimos elegir habitación. Elegimos una con vistas espectaculares a Laos y a la montaña


Vistas desde la habitación
Al fondo Laos y el rio Mekong
En Tailandia conviven numerosas comunidades indígenas, grupos de distintas étnias que mantienen su identidad y sus costumbres en un mundo cada vez más homogéneo. Aquí se les conoce como las Tribus de las montañas, nosotros visitamos a dos de ellas. Y hasta hace poco vivían bastante aislados del mundo, pero en los últimos años ha crecido su desarrollo gracias a ayudas gubernamentales. 

En la montaña, las papayas ¡¡crecen salvajes!!!

Papaya
Tras dejar nuestras cosas en la habitación y presentarnos el programa que íbamos a realizar durante nuestra estancia, nuestra guía de la tribu Hmong nos acompañó para visitar la escuela. 

Eire hizo muy buenas migas con nuestra guía

Cuando llegamos a la escuela se produce el primer choque cultural... nada tiene que ver su escuelita con nuestros coles. Este cole estaba perfectamente integrado en la naturaleza, las puertas de las aulas siempre abiertas, niños descalzos, niños que sonríen y parecen felices. Nuestra llegada fue recibidos con jolgorio y risas.
En la primera clase en la que entramos nos encontramos a la maestra porteando a su peque mientras explicaba algo en la pizarra. El retoño descansaba tranquilo  a la espalda de su madre, en una mochila mientras ella hablaba con nosotros. ¿Os imagináis la misma situación en España, os imagináis a una profe fuese a clase con su hijo? ¡¡¡Saldría en todos los periódicos!!!! Primera lección... si se quiere la conciliación de la vida familiar y laboral es posible. 

Al principio, el pudor y la diferencia lingüística no auguraba un posible un acercamiento entre los niños procedentes de dos culturas tan distintas, pero me sorprendió ver como Nacho tomaba la iniciativa y se acercaba a ellos con el idioma universal, el de los gestos. Con una gran sonrisa se fue acercando a ellos y uno a uno les fue chocando la mano y poco a poco se derritió el hielo y congeniaron, rieron y jugaron.



Acabaron jugando al archipopular "reto de la botella" en el patio de la escuela. ¡Cuanto nos cuesta a los adultos entendernos! y los niños con gestos son capaces de entablar una relación entre iguales, reír y disfrutar.... deberíamos tomar ejemplo



Nacho les enseñó a hacer el "RA"
Os dejo algunas imágenes de la escuela y de los libros de texto para que podáis apreciar la diferencia con nuestros coles



Nos enseñaron a escribir el nombre de Iker, Nacho y Eire en thai y también nos enseñaron que ellos no están en el año 2017, sino en el 2560.


Tras la visita al cole vivimos una experiencia de lo más genuina.... el chamán de la tribu Hmong nos recibió en su casa y nos enseñó su forma de curar enfermedades. Ellos creen que enfermamos porque un espíritu entra dentro de nuestro cuerpo y nos posee. Mediante diferentes rituales lo expulsan y con esto pretenden curar enfermedades. Nos contó el chamán que el había heredado el don de su padre. Me llamó la atención la sencillez de su casa, unos tablones de madera, unos bloques de cemento sin cimientos y en el suelo.... tierra, nada de madera, nada de baldosas... las gallinas y los perros entraban y salían de la casa a su antojo. Difícil imaginar la vida en su hogar así, al menos para las comodidades europeas a las que acostumbramos. El chaman también nos leyó la mano y nos auguró una feliz vida



Tuvimos la suerte de poder presenciar un ritual para alejar a los malos espíritus y pufff fue algo increíble e inaudito para una médico formada según el sistema médico oficial. Nos dejaron asistir al ritual a cambio de no tomar fotografías. La mujer que hizo el ritual se tapó los ojos, bebió un brebaje y entró en trance mientras bailaba y cantaba al ritmo de un tambor que hacia sonar otra mujer. Al lado de ambas reposaba el cadaver de un cerdo que habían sacrificado para ofrecer a los malos espíritus. 
Tras un delicioso almuerzo en el Lanja Lodge subimos a visitar la otra tribu, la LAHU. Esta tribu estaba mucho más avanzada y las casas eran más confortables que las de la tribu Hmong. En esta tribu también visitamos al chamán... sus métodos eran diferentes, recurrirá a las plantas medicinales y  hacía masajes con esas plantas y fuego... sí con fuego.... como no, me presté voluntaria para el masaje (Nacho e Iker también quisieron probarlo) y aún recuerdo la sensación de calor, pero a la vez frescor en mi espalda. Me recordaba al "vicks vaporus" de cuando era niña.

Los lahu se caracterizan por su respeto a la naturaleza y el conocimiento que tienen de las plantas medicinales es ejemplar. Cultivan numerosas hierbas medicinales en la aldea.

 

Durante la visita al poblado también pudimos presenciar un funeral.... estaban "quemando" al difunto en la puerta de la casa, mientras un familiar fumaba opio en una enorme caña de bambú.... otra situación que nos permitieron presenciar, pero no fotografiar, como es lógico.

Niños paseando por el poblado Lahu

En ninguno de los poblados vimos carritos, ni el "bugaboo" ni el "mac laren"... peques porteados por sus madres. Aquí no me sentí un bicho raro por llevar a mis hijos en brazos todo el tiempo. Nadie me preguntó....¿y no tienes carrito?


En la tribu conocimos una fruta desconocida hasta el momento y que nos cautivó a todos, pero en especial a Eire, el RAMBUTAN. Esta fruta, prima del lichi, por fuera es "peluda", por dentro recuerda a la uva y en su interior contiene un hueso parecido a una almendra. Es rica en vitamina C, potasio y fibra


Tras visitar ambos poblado  hicimos un taller de pintura en tela... pero la verdad, en esta familia... artistas, artistas no somos.... pero eso sí, nos reímos un rato.


Tras el taller, un tiempo para descansar que Nacho y yo aprovechamos para pasear y seguir empapándonos de la vida cotidiana. Pudimos ver la agilidad que tenían los niños para trepar por terrenos escarpados.

Tras la cena, una pequeña muestra de bailes regionales, que son muy, muy diferentes a los andaluces jejeje. Van a ritmo lento, como en general viven ellos. 

¡¡¡Un día intenso que nunca olvidaremos!!! GRACIAS



Y para despedirme, una imagen de un simpático geko que nos acompañó toda la velada